De cal y de arena
No sé si es hilar muy delgado sospechar que aquí -en esta sociedad alegre y confiada que por años ha vivido atenida a que no hay escándalos y cuando aparecen no duran más de tres días- se asentó una red de personajes con acceso al poder político dedicada a asaltar las arcas públicas sin que el brazo de la Justicia le caiga. El país se sobresalta con la constatación de que la impunidad termina amparando a los capos de esas estructuras delictivas.
Ese era el mundo de las redes construidas por la cosa nostra, las que tejieron los migrantes italianos llegados a Estados Unidos con el manual operativo de la mafia siciliana y con una estructura vertical que funciona como una familia a la cabeza de la cual está il capo di tutti capi con capacidad para decidir sobre vidas y haciendas. Tan poderosas y tan influyentes fueron estas redes que obligaron al Estado a montar una estructura propia de un ejército para darles caza y romper sus cadenas. A veces con frustrantes resultados: a Al Capone, la figura más prominente del crimen en Chicago, le echó garra el Gobierno Federal no por sus actividades en el bajo mundo (salas de juego y tráfico ilegal de bebidas) sino por evasión de impuestos.
¿Habrá una indulgencia jaculatoria para que el “capo” de nuestro solar se libre del castigo merecido, tal y como le sucedió a Capone?. ¿Será el “faruscas” aludido por Mariano Figueres el verdadero “capo” a la cabeza de esta trama o será otro el personaje todavía oculto?
Priva la sensación de que en este país el brazo de la Justicia se quedó corto en todos aquellos casos que estremecieron la institucionalidad… Sabundra, Vesco, Aviación Civil, Compensación Social, Fondo de Emergencia, los CAT’s, Alcatel, CCSS-Fischel, ICE-Alcatel, La Trocha, Ruta 27, OAS y San Ramón, Crucitas, IVM, Soresco, el expediente de Alejandro Toledo (por si hiciera falta engrosar con un fuerero la lista), ¿por dónde andará el FIFAGATE?. Preceden el escándalo del cemento chino que, con todas sus implicaciones y protagonistas, tenemos como el hecho de mayores dimensiones en la historia de la presencia de la corrupción en Costa Rica, con actores ya de muy distinto calibre, unos políticos y otros empresarios, unos reconocidos en la vida nacional y otros de opaca figuración, todos con la gracia de las influencias al alcance de la mano manipuladas para asegurar impunidad. Son como una “red de cuido”.
¿Qué hacen en las listas de candidaturas a diputados aspirantes que en algún momento y por alguna razón han figurado en esas “redes de cuido”?
Sabemos que en el Banco de Costa Rica hacen cola otras investigaciones; la de la hidroeléctrica y la de la hotelera, por ejemplo. ¿Qué nos espera? ¿Qué habrá en el Banco Nacional de Costa Rica? ¿Qué hay tras los fallidos créditos encarpetados en el Bancrédito? ¿Qué enlaces han construido esos bufetes que se han esmerado en colocar abogados suyos en los centros del poder político y financiero del Estado?
Por fortuna, un inesperado vendaval ha abierto una caja de pandora en el Poder Judicial. El destape dejó ver expedientes de casos muy sonados que si no es que estaban engavetados (a riesgo de que sobrevenga la prescripción, la carta que se juega el ex presidente Arias Sánchez), se atendían con desdén. El vendaval sacudió las cumbres del Ministerio Público y fue preciso relevar temporalmente a su titular. Quien lo está reemplazando –la Lic. Emilia Navas- ha tomado el toro por los cuernos imprimiéndole a la oficina el dinamismo, el celo, la responsabilidad que flaqueaban y que la perspicacia femenina se impone corregir como lo ha hecho saber la Fiscala General a.i. preocupada por la marcha del reloj, la limitación de personal y las diligencias atacadas por la pereza. Hoy, en una demostración de responsabilidad en apenas tres semanas de haber asumido el cargo, ha hecho lo que en tres años se dejó de hacer en ese Ministerio.
Por algún lado tenía que empezar la erradicación de esta versión criolla de la mafia.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista